El balance del poder en la era de las redes sociales
Por Jessy Zumaeta
Las redes sociales han crecido en Chile y el mundo a una velocidad que incluso asusta (Ver video).Una fórmula creada por matemáticos, dice que una información –rumor- demora 17 horas en dar la vuelta a todo el mundo.
En la primera tertulia del @elmonóculo, se discutieron diversos aspectos (3) relativos al fenómeno de las redes sociales, y que se asocian a los conceptos de comunicación e identidad:
1. Inmediatez
El ser humano desde sus inicios ha tenido una obsesión con el control y cambio del factor tiempo. Diversos ejemplos así lo confirman, en primer lugar desde el ámbito de la fantasía, la existencia de la más variada literatura y filmografía en torno a máquinas del tiempo dan luces de ello. Por otra parte, y ya en el ámbito cotidiano, el esfuerzo por la creación y optimización de los aviones, demuestra el profundo interés de la sociedad por lograr un “buen uso” de este escaso bien.
Los medios de comunicación de antaño, aunque permitían generar comunicación entre personas –incluso desde lugares geográficos muy diferentes- por ejemplo por carta, no tenían la inmediatez tan codiciada de estos días. Esta misma inmediatez ha dado paso a la proliferación de un sinfín de artículos electrónicos (tablet PC, notebooks, celulares de última generación –sólo si aún se pueden seguir llamando celulares-), que permiten la conexión inmediata y en todo momento con otras personas.
Las redes sociales, permiten publicar contenido de manera directa a una gran cantidad de personas. Llama la atención que en la actualización en sitios como Facebook o Twitter, aparezcan mensajes como “publicado hace pocos segundos”. Algo simplemente impensable en otros tiempos.
2. Ruido
Una de las obsesiones de los estudiosos del fenómeno de la comunicación es la diversidad de marcos de interpretación entre emisor y receptor. Eso hace que las teorías de la comunicación rechacen las hipótesis de transmisión de información (es decir, que A pasa una cajita que contiene un mensaje a B, y B lo recibe tal cual) y que se dirijan a teorías probabilísticas de la comunicación, es decir, que relevan a la condición de posibilidad que el otro entienda. Para que decir, cuando un mensaje se “traspasa” entre diferentes personas, con las inherentes distorsiones que ello conlleva (como el conocido juego ‘el teléfono’).
Las redes sociales, de alguna manera eliminan ese ruido distorsionador, posibilitando que un mismo mensaje llegue a varias personas al mismo tiempo, por ejemplo, con herramientas como el Retweet en Twitter, con las que una persona puede hacer las veces de canal de información, que simplemente amplifica el mismo mensaje original de otro.
En este sentido, resulta interesante que redes como Twitter, respeten de esta manera los ‘derechos de autor’, en comparación a lo difícil que es en otros campos.
3. Credibilidad
El tercer punto, al que se le dio discusión refiere a la noción de credibilidad y cercanía que generan las redes sociales. Tiempo atrás, hubiese sido imposible tener algún nexo directo con un político o figura mediática, si es que no fuese un fortuito encuentro presencial. Hoy es posible debatir puntos sin mediadores, haciendo de las redes sociales una arena de opinión pública.
Las figuras en tanto, crean una imagen espontánea que genera menos sospecha y una proyección más limpia de ellos mismos. Las instituciones y empresas también han aprovechado este atributo, haciendo de estos medios un verdadero canal de servicio al cliente e imagen de marca.
Conclusión
Todos estos atributos hacen de las redes sociales un atractivo campo de acción para ciudadanos comunes, figuras públicas, organizaciones y marcas alrededor de todo el mundo.
Su uso, es en cierto sentido más libre de la influencia de los medios: uno es quien elige a sus amigos –informantes-, gente a quien seguir –ídolos-, y es quien conforma su propia línea editorial; sin embargo, los distintos poderes de la sociedad, siguen tratando de reproducir las redes de influencia –información, publicidad- que operan en el mundo no virtual.
A nuestro favor –de los ciudadanos comunes y corrientes- está la posibilidad teórica de valer lo mismo que los otros –figuras o no-, sin más barreras de entrada que, en este caso, tener Internet.Pero la mayoría de las empresas y personajes –no todos- siguen haciendo lo mismo: vender. Las personas comunes, en cambio, hacemos algo muy distinto: opinar con libertad, alegar, desacreditar, etc.; sin más vacas sagradas que nuestro propio criterio.
Es en este sentido que las redes sociales crean un nuevo balance de poder, en las que lo público, lo compartido, no son las declaraciones oficiales de los poderosos; sino simplemente, la posibilidad de hacer público –publicar- lo privado.